Para ella, camino del Escorial
Sobre tu nariz, una gota de sudor. Sobre mi lengua, las ganas de alcanzarla.
Sobre todo, deseo. Sobresaltado, persigo las huellas de tu ausencia en la almohada.
Sobreponiéndome a mis ganas, intento olvidar los lugares donde me has besado. Y no puedo.
Sobredimensionado sector de mi cuerpo. Sobreabundancia de lamentos por tu perfume.
Sobreactúo mi tristeza, porque no puede ser más profunda. Cierro el sobre que guarda tu lengua, y me la quedo para mí solo, con el sabor sobre todo inalterado a metal y tabaco.
Sobrealimentado muerdo tus codos para despertarte mientras empujo tu piel con la mía.
Sobrecarga inmensa, especialmente sobre la piel tersa y tensa de tus pechos salvajes.
Sobre ellos la yema de cada uno de mis dedos queriéndoselos aprender de memoria.
Sobrecogedora distancia.
Sobredosis de antojo de la curva interna de tus pies, sobreentendidos gemidos silenciosos y gritos telúricos. Sobreescribir la historia de nuestras vidas... sin borrarla.
Sobreexcitarte, sobreexplorarte, sobreexponernos. Sobregiro de saliva y caricias.
Impulso sobrehumano, deseos de sobremesa. Elijo tu sobrenombre y lo dibujo sobre tu espalda.
Sobrepasan los latidos, sobrepeso de deseo. Sobreprotegióndote, sobreposeyéndote, sobresaliéndome, sobreponiéndote...
...sobreseyéndote, sobreviviéndonos.
Despreciando a aquellos que me sobrevaloran, o te sobresaltan.
Sobre vos, yo.
O sobre mí, vos.
Me da exactamente igual. Estoy sobrevolándote.
Foto: Atardecer en Venecia, Noviembre 2005
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