
Voy a trabajar.
No soy uno de esos afortunados que pueden dedicar su mañana a recoger caracoles o sentir la arena húmeda en las plantas de sus pies.
Pero sí soy uno de esos afortunados que, solitarios, hacen su parte para que el mundo siga rodando.
No soy uno de esos desgraciados que tienen carencias esenciales ni necesidades básicas.
Pero sí soy uno de esos desgaciados que sienten que algo grande les falta.
Algo muy grande.
Voy a trabajar. Mientras termino de afeitarme, tengo un impulso. Salgo a la ventana y fotografío al mundo.
Total, el mundo ni se entera.
Hago la foto, y me voy, a mi puerta, a mi coche, a mi faena diaria. A mis silencios.
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