
Acumulando sueños.
Deseando silencios
Los amantes se desperezan sin saber que son la suerte de muchos. Creen en ellos, deslizan sus dedos por sus pies pidiendole un deseo o dos a la fortuna.
El hombre que sube al metro en Paris, o la niña que se enteró de sus abuelos en Brasil. O la mamushka rusa que la recibió por correo.
Todos creen en la suerte. Como yo creo en el big-bang.
Nos aferramos a milagros inauditos, a supersticiones vanas. Y nos dejamos llevar cuando el amor nos desmorona o la sinrazón nos agobia.
Nos creemos fuertes cuando el destino parece acompañarnos. Y un sino de tristeza nos debilita cuando parecemos desafortunados.
Entonces... ¿qué es la suerte?
Una pareja de lechuzas, una bruja de oro, un elefante con la trompa doblada, o una porquería que cambia de color según el tiempo que haga.
Esta tarde creo en mi suerte. Creo que podré encontrarte a la vuelta de la esquina.
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