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MAMUSHKA

domingo, diciembre 17, 2006




Tengo una muñeca rusa. Me encanta como se va desarmando a cada estímulo.

Si quito una capa, los ojos brillan un poco más. Ella me descubre (o yo a ella, da igual), como quien encuentra una sonrisa en una estación de tren perdida y fría... y yo la descubro extasiado en sus palabras y las coincidencias. Los ojos me brillan a mí también.

Al quitar una capa más, la misma muñeca me observa un poco mejor y decide que puedo jugar un poquito con ella. Me deja saber su voz, y me hace soñar con esas inflexiones tan propias y sensuales, esos giros delicados y convenientes. Esas historias divertidas y cáusticas. Ese dejo porteño luminoso que me enseña a desearla un poco más

Hay un silencio, y un clic me deja ver una nueva capa. Porque ella y yo somos de Buenos Aires, y Buenos Aires es también una ciudad mamushka... una ciudad que esconde cada vez a una más pequeña. Y cuando abro esta muñeca puedo escuchar un tango genuino, el que aún se escucha gangoso en las radios a transistores de los abuelos. Y puedo entrever en un jirón de ventana a esos tipos en camiseta que, aunque ya pocos, siguen sacando el banquito a la vereda para tomarse unos mates y saludar a los vecinos.

En esta nueva capa, descubro que la muñeca quiere conocer mis propias capas. Y me propone dejarme desarmar también. Tímidamente, suavemente, como ella sabe. Y esta nueva capa es más brillante aún.

Yo, qué quieren que les diga, quiero ver más. Quiero tocar.

Y hay una nueva capa. Esta capa es real, tangible, poderosa. Concreta, corpórea. Y toco por fin a esa muñeca, y ella me toca a mí. Me enamoro de ella como un crío idiota, aunque no pierdo de vista que es una muñeca que encontré, y que probablemente tenga un dueño. Disfruto el momento de tenerla en mis manos, de palpar sus sinuosidades, sus texturas, de encontrarme con ganas de una capa más.

Feliz, sé que quiero llegar hasta el final.

En la nueva capa hallo una muñeca que se me parece, que coincide conmigo en que ese primer contacto fue placentero y delicioso, y que por si hacía falta me lo confirma despidiéndose sin despedirse de mí. La muñeca sigue conmigo, y eso es buenísimo.

Unos días mas tarde, me apetece abrir a la muñeca y me cuesta un poco. Está trabada. No quiero hacer fuerza, no quiero violentar la situación. Me da mucho miedo que la muñeca se me rompa... y si se me rompe, ¿que hago?. Me acuerdo repentinamente que la muñeca puede ser de otra persona, y no quiero que le pase nada, no por responder ante el otro, sino porque quiero conservarla, egoísta y avaramente. La muñeca está un poco trabada, y yo le hago saber que deseo abrirla sin romperla, cuidarla sin obligar. Darle, sin exigir.

Lustrarla y abrillantarla, porque ella con su brillo me pule el alma, me suaviza el dolor, me bruñe la angustia.

Quiero a mi muñeca. Ocurre que la quiero para siempre. No es que haya pensado en eso. SIENTO eso.

Y de repente, un día ocurre. En un día muy especial para mi muñeca, ella me mira con ganas de que abra otra capa. Y yo accedo, porque cualquier cosa que ella me dé estará bien. Y me convenzo de que mi muñeca tiene vida. Que vive en mis manos de un modo diferente a como vive en otras. No sé si mejor o peor... sólo diferente.

Y mi muñeca me muestra la que hasta hoy es su última capa. Una capa que lleva luz interior, unos ojos brillantes, unas curvas armoniosas... un ombligo delicioso. Una mirada increíblemente bella, un sol en el estómago. Mi muñeca tiene alma y una nueva voz. Y desde lo profundo de esa voz empieza a hablarme a mí, a un simple mortal que no esperaba nada más.

Mi muñeca me ha dejado saber de su modo tan especial que quiere ser mía. Ella sabe, y yo sé... que es lo que más deseo en el mundo.

Lo que ella también sabe es que algún día habrá una oportunidad, juntos, mi muñeca y yo decidiremos si esa oportunidad será, valga la redundancia, oportuna.

Pronto confío en que me deje ver otra capa. Ella y yo estamos planeando.

Pero es un secreto, entre mi muñeca y yo.

Por favor, no se lo cuentes a nadie.

posted by A-X
domingo, diciembre 17, 2006